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Domingo, 7 de diciembre de 2025

La Inmortalidad del Alma

Nick Namazi Figueroa
Domingo, 7 de diciembre de 2025

La Inmortalidad del Alma


Por: Nick Namazi Figueroa

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Desde que el hombre tomó conciencia de su muerte, una pregunta ha resonado siempre, desde las cavernas de la prehistoria, pasando por los templos egipcios hasta los laboratorios de la ciencia moderna: ¿existe la muerte absoluta o una parte de nosotros trasciende más allá del último aliento?

La idea de la inmortalidad no es solo un consuelo religioso, sino una de las más grandes preguntas de la filosofía. ¿Qué existe después de la muerte?

Antes de abordar los antecedentes filosóficos y religiosos, es importante recordar que también exploraremos los últimos avances científicos y las perspectivas de los autores modernos sobre el tema.

Lo que es simple no puede morir.

En la Grecia antigua nos encontramos con dos grandes filósofos, Sócrates y Platón. En el diálogo Fedón, Platón argumenta que el alma es afín a lo divino y a lo eterno. Su lógica era fascinante: el cuerpo es compuesto y cambiante, y por lo tanto, puede descomponerse (morir). Sin embargo, el alma es simple, indivisible y la fuente de la vida misma. Por ello, lo que no tiene partes no puede desmoronarse. Esto convierte el cuerpo, según su argumento, en una cárcel de la que el alma se libera al morir, encontrando así la verdad. Un verdadero filósofo no le teme a la muerte, pues el alma se libera y adquiere un nivel de conciencia más alto.

“El alma, lo invisible, se marcha a un lugar semejante a ella: excelente, puro e invisible... hacia el buen y sabio Dios.”  Sócrates (Platón, Fedón, 80d).

El Peso del Alma. La Perspectiva Espiritual.

En general, todas las grandes, las tradiciones espirituales, defiende la continuidad de la vida, aunque desde diferentes puntos de vista.

Tradición Oriental. Hinduismo y Budismo.

Ven el alma (Atman) en un ciclo de reencarnaciones, aprendiendo y purificándose hasta alcanzar la liberación.

Tradición Occidental. Judaísmo, Cristianismo e Islam.

El alma es creada una vez y su destino eterno depende de las acciones que se tuvieron en el plano terrenal. Esta es una visión lineal.

Los antiguos egipcios creían tan fielmente en la otra vida, que pasaban toda su vida preparándose para el Juicio Final (Osiris), donde el corazón era pesado contra una Pluma (Maat, Verdad).

La Frontera Científica

Para la ciencia tradicional, el dilema es simple: Cerebro = Conciencia. Si el cerebro muere, la conciencia se apaga como un foco. Sin embargo, esto genera un dilema tal como lo plantea el filósofo David Chalmers, quien lo llama “El problema duro de la conciencia”. Este problema estipula, cómo la materia física (neuromas, átomos) produzca una experiencia subjetiva de sentir, amar o ser “yo”.

Si la conciencia no es un producto del cerebro, sino algo fundamental en el universo (como la gravedad o el electromagnetismo), entonces el cerebro podría actuar no como un generador, sino como un receptor.

Analogía para el lector: Piensa en tu cerebro como una televisión. Si la televisión se rompe, la imagen desaparece, pero la señal de transmisión sigue existiendo en el aire. ¿Podría ser la muerte simplemente la destrucción del receptor, mientras la señal (el alma) continúa?

La Teoría Orch-OR.

La teoría de Reducción Objetiva Orquestada (Orch-OR) propuesta por los científicos, físico ganador del Nobel, Sir Roger Penrose, y el anestesiólogo Stuart Hameroff.  Esta teoría explica que la conciencia no nace de las conexiones entre neuronas del cerebro (sinapsis) sino de procesos cuánticos más profundos que ocurren dentro de unas estructuras celulares llamadas microtúbulos.

¿Qué significa esto para la inmortalidad? Según Penrose y Hameroff, cuando el corazón deja de latir y la sangre deja de fluir, los microtúbulos pierden su estado cuántico. Sin embargo, la información cuántica contenida en ellos no se destruye (porque en la física cuántica la información no puede destruirse); simplemente se disipa y regresa al universo. Si el paciente es resucitado, la información vuelve a los microtúbulos (una ECM). Si el paciente muere, esa información cuántica —o alma— podría existir indefinidamente fuera del cuerpo.

Dejando la teoría y pasando a los datos clínicos, el estudio del cardiólogo holandés Pim van Lommel, publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet, sacudió a la comunidad científica.

Estudió a 344 pacientes que sufrieron paros cardíacos. Un porcentaje significativo reportó experiencias de conciencia lúcida, pensamiento lógico y emociones profundas en un momento en que su cerebro no tenía actividad eléctrica medible (electroencefalograma plano).

La Primera Ley de la Termodinámica

Recurrimos a un principio básico de la física: "La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma".

El cuerpo humano funciona con impulsos eléctricos. ¿Qué sucede con esa energía bioeléctrica en el momento de la muerte? Si bien la mayor parte se disipa como calor, los defensores de la inmortalidad científica argumentan que la coherencia de esa energía (nuestra identidad) podría transitar a otro estado cuántico que aún no tenemos la tecnología para medir.

Esto nos lleva a plantear 3 preguntas, vistas desde varias perspectivas:

1. Si el alma es inmortal e inmutable, ¿por qué una enfermedad como el Alzheimer o un golpe fuerte en la cabeza pueden cambiar completamente la personalidad de alguien? Si el cerebro se daña, la 'persona' cambia. ¿No prueba esto que somos 100% biología y cero espíritu?
2. ¿Es la religión y la idea del alma el placebo más antiguo de la historia para calmar nuestra ansiedad ante la muerte?
3. Si el alma sobrevive sin el cuerpo, ¿qué pasa con nuestros recuerdos? Los recuerdos se almacenan en neuronas físicas. Si al morir perdemos el 'disco duro' (el cerebro), ¿qué clase de existencia es esa sin recordar quiénes fuimos?

La inmortalidad del alma en la Masonería

A todo candidato en la masonería se le exige la creencia de un ser supremo y se le pide ampliar su opinión sobre la inmortalidad del alma. No nos preguntamos qué hay más allá, esa es la respuesta que se encuentra en la religión de cada hermano.

Sin esto la masonería sería una escuela moral vacía, ¿Para qué esforzarnos en construir un templo interior si, al final, todo se disuelve en la nada? La enseñanza masónica nos dice que trabajamos para la eternidad.

Construyendo para la Eternidad

La inmortalidad del alma en la Masonería es un llamado a la acción. Si somos inmortales, entonces nuestras acciones tienen eco infinito. No somos criaturas de un día. Somos constructores de una realidad que nos trasciende.

El masón vive rectamente no por miedo al castigo, sino porque sabe que es un ciudadano de dos mundos: el temporal y el eterno. Y cuando llegue la hora final, mirará la acacia y sabrá que la vida simplemente ha cambiado de forma.

Esto nos deja otras tres preguntas que me gustaría que nos respondan en los comentarios:

1. ¿Es la 'Piedra Cúbica' solo una metáfora? Si la muerte llegara hoy, ¿tu 'templo interior' está lo suficientemente sólido para sobrevivir, o has pasado tu vida solo decorando la fachada?
2. Algunos entran a la Masonería buscando contactos o poder, olvidando que el fin último del rito es prepararse para morir bien. ¿Hemos perdido el sentido trascendente de la Orden por enfocarnos demasiado en lo social?
3. Si el alma es inmortal, ¿qué es exactamente lo que sobrevive? ¿Tu personalidad, tus recuerdos, o solo tu consciencia pura? ¿Qué opinan mis Hermanos: mantenemos nuestra identidad en el Oriente Eterno?

Latomus Aeternus.
Non Omnis Moriar.