Uno de los pocos requisitos, pero no por eso menos importante, que se precisan para ser iniciado masón, es la creencia en un Ser Supremo, sin importar su nombre, credo, corriente o variante. Esta creencia es primordial y se fundamenta en la búsqueda de la verdad y el conocimiento como base moral y ética, la caridad y la fraternidad. La Masonería no impone una religión específica, más bien alienta a sus miembros a explorar su propia espiritualidad y encontrar su verdad.
A la pregunta de: ¿en los momentos de dificultad y peligro, en quién depositáis vuestra confianza?, la respuesta espontánea es: "¡en Dios!". Sin duda, tal como fuera parte de nuestro ritual de iniciación, es cuando el Venerable Maestro y la logia en pleno verifica que el candidato cree en un ser supremo, así como que al asumir La Obligación lo hacemos ante el Gran Arquitecto del Universo y sobre el Volumen de la Ley Sagrada.
Pero: ¿Qué es creer? y por tanto: ¿Qué significa tener confianza?
Creer implica aceptar algo como verdadero, a menudo basándose en la fe o la convicción personal. Por otro lado, tener confianza también significa creer firmemente en la fiabilidad de una persona, un sistema, una entidad o incluso en uno mismo, de tal manera que vienen siendo sinónimos, o al menos términos muy cercanos.
Tener confianza en Dios implica una firme creencia en su existencia, su poder y su influencia positiva en la vida y en el mundo. La confianza en Dios es, de hecho, una fuente de apoyo, fuerza y guía para aquellos que participan de una creencia, religión, culto o círculo de estudio.
La francmasonería, plantea un camino de auto-descubrimiento y crecimiento personal, guiado por la fe en un Ser Supremo y el compromiso con ciertos principios morales. De manera que, la pregunta: ¿En quién confías? es fundamental para este camino, ya que establece la base de la fe del individuo y su orientación moral.
El uso del nombre genérico y alegórico para Dios, el "Gran Arquitecto del Universo", refleja no solo una antigua tradición de respeto y reverencia, sino también un reconocimiento de la diversidad de las creencias en todo el mundo. Este enfoque inclusivo nos permite a los masones de diferentes religiones unirnos en fraternidad y amistad, fortaleciendo nuestras propias creencias a través de las enseñanzas de la masonería.
Cierto es que la masonería no es una religión, ni impone una, ni mucho menos pretende reemplazar una; sin embargo, sí proporciona un marco para la exploración espiritual. A través de sus rituales y símbolos, busca llevarnos a la presencia de Dios y a una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo. Al hacerlo, los masones nos fortalecemos y buscamos lo mejor en los demás, cumpliendo con nuestros deberes y extendiendo la ayuda a los hermanos en situación difícil.
La pregunta sobre la necesidad de creer en un ser supremo para ser masón tiene una respuesta clara: sin esa fe, el estudio de la masonería perdería gran parte de su significado. La búsqueda de la verdad, la moral y la ética, pilares fundamentales de la masonería, se basan en la idea de un modelo perfecto al que aspirar, un ideal que se personifica en la figura de un ser supremo. Por lo tanto, la creencia en un ser supremo no es solo un requisito formal, sino un elemento esencial que da sentido al camino de aprendizaje y crecimiento personal que propone la masonería.