La esencia de la francmasonería radica en sus rituales, y es en la práctica y estudio de los mismos, como llegaremos a entender sus secretos y aplicarlos para nuestro propio desarrollo personal. También, es el componente que nos distingue de otras sociedades y clubes sociales, aunque posiblemente en organizaciones de otra naturaleza hay usos, costumbres y procedimientos repetitivos que se convierten en rituales de la cotidianidad.
Si hay algo especial en el Ritual de Emulación, es su capacidad de expresar los más sublimes mensajes desde la sencillez. Por eso, se caracteriza como "intimista" y sin muchas interpretaciones externas, lo que invita a los Hermanos a dirigir sus estudios y a reflexionar sobre él dentro de sus propios landmarks.
Exotéricamente, también se reviste de practicidad, pues, podemos apreciar sus salas de logia modestas y simplicidad en los ornamentos y muebles que la conforman. Pudiera deberse a las prácticas de las logias itinerantes, pero más allá de convertirse en un uso –como gran parte de su configuración– expresa un extraordinario mensaje: para que la hermosura de la sencillez resalte, debemos hacer grandes esfuerzos como actores del ritual. No es lo mismo expresar un parlamento tan explícito sistemáticamente o hacer un gesto de manera mecánica a hacerlo con elegancia y control. De esta manera, la sencillez reflejaría la magnificencia anhelada.
No es un mero capricho que el sistema masónico inglés esté tan enfocado en la memorización del ritual y la conformación de Logias de Instrucción permanentes, queda comprobado que la memorización proporciona la base de datos a partir de la cual se construyen los conocimientos más complejos. Si no memorizamos conceptos básicos, no podremos construir sobre ellos.
El gran reto del masón practicante de este sistema, es comprender que el ritual no es del todo un acto ceremonial que confirma algún tipo de papel o estatus a sus participantes, como una graduación, desfile, etc. El ritual es transformador. Un ritual efectivo debe revelar una transición y demostrar claramente cómo el después difiere del antes. Debe tirar del corazón y debe tener también una resonancia compartida con todos los participantes.
Muchos ritualistas y preceptores ingleses coinciden en que una de las grandes dificultades de la masonería es la deficiencia en el desarrollo ritualistico, que va más allá de equivocarse en las palabras o en algún gesto, y es en la poca inspiración que constituye una vaga enseñanza en los candidatos. Esto se debe al desinterés, por una parte, y por otra, a no poseer habilidades para la interpretación y como motivé este artículo: “El ritual es una puesta en escena”.
Las logias deberían enfocarse en dinámicas flexibles que permitan a sus miembros a sentirse atraídos por el óptimo desarrollo de las ceremonias, rompiendo la monotonía y costumbres anticuadas de enseñanza que son a la vez rígidas e infértiles. Las “Logias Emulativas” –como lo expresé anteriormente– tienen una característica especial en la conformación de las LOI (Lodges of Instructions) que funcionan colateralmente bajo peculiares dinámicas y estándares, en aras de enseñar sobre piso cada uno de los oficios.
Además, fomentan la sana competencia entre sus miembros al ser premiados por un logro alcanzado en el estudio del ritual. Por ejemplo: aprender las herramientas de trabajo de los grados; las aperturas y cierres de los trabajos; algún discurso, entre otros. La mayor muestra en este particular es la Emulation Lodge Of Improvement, donde todos los años se celebran festivales y se premian a los ritualistas con el famoso “Silver Mathbox”. Motivemos a los hermanos a valorar y a sentir un arraigo por el ritual a través de un sistema educativo inspirado en nuestras tradiciones.
La masonería contiene un sinfín de experiencias y ramas perfectamente configuradas, donde cada uno de sus miembros encuentra su propia inspiración para su carrera. No todos son naturalmente buenos ritualistas, en el sentido comúnmente aceptado de la palabra. Para algunos, es fácil, pero para la mayoría de nosotros puede ser una especie de lucha. No se trata de ser un autómata que simplemente se motive por expresar bien todas las palabras. No se trata del todo decir las palabras; se trata de significar lo que se dice. Es importante no solo memorizar, sino también entender los mensajes que transmiten. Todos haríamos bien en pasar más tiempo tratando de apreciar y dar sentido a los rayos de sabiduría que contiene el ritual. Entonces nos convertiremos en mejores ritualistas no solo por entregarlo bien en la Logia, sino por vivir sus valores fuera de ella.
No esperemos aprender todo al instante, puede llegar a ser frustrante. Muchos ritualistas de renombre y que hoy en día son importantes preceptores de Emulación, han tardado años en ello; entre el hábito de la lectura y la participación en muchas ceremonias. La idea es avanzar a su justo tiempo, empleando diferentes técnicas que nos permitan: reconocer las palabras; saber las pautas entre discursos y gestos; saber que significa cada frase y jugar con ella hasta dominar los párrafos más extensos, y en esa dinámica propia y a la vez soportada por la Logia de Instrucción llegaremos a desarrollar ese ritual inspirador, conmovedor y lo suficientemente expresivo para el candidato y los hermanos espectadores. A medida que nos esforcemos en brindar una buena puesta en escena, comprenderemos el verdadero sentido de nuestro arte masónico.
El ritual no se trata solo de aprender información, y este es uno de los verdaderos secretos masónicos: el ritual es experimental. Es algo que no puede ser descrito o expresado, así como no se puede aprender a nadar o a andar en bicicleta leyendo un libro, hay que experimentarlo. Es un viaje del corazón que cambia el núcleo de la persona.
“La magia del ritual radica en las sensaciones y emociones que evoca en el interior de cada individuo”.