Nuestro ritual señala dos grandes peligros evadidos gracias a nuestra conducta humilde y sincera, y un tercero que siempre estará latente y que sobrellevaremos por medio de la estricta observancia de la reserva masónica. Ese tercer peligro es más que explícito en el sentido de guardar los secretos confiados, so pena de ser considerado un individuo perjuro e indigno de ser masón si lo revelamos de cualquier forma o punto descrito en nuestra Solemne Obligación”. Sin embargo, los otros dos -aunque aparentes momentáneos y de sentido ritualistico- no pierden vigencia en nuestras vidas por la advertencia que imprimen en nuestros corazones sobre el uso de la razón y la prudencia para emprender cualquier empresa y el valor de dar pasos certeros y sin vacilaciones cuando los propósitos están dentro del compás de nuestros deberes.
La puerta de la masonería se abrió gracias a aquellos dos guardianes de la entrada y de la salida, quienes se comunicaban con una contraseña habitual que no era palabra, ni gesto, simplemente sonidos entre los nudillos y la madera. Al ser reportados, justamente allí apreciamos la descripción de nuestra propia realidad: "Pobre y en estado de tinieblas”. Esa fue nuestra presentación como una gran exhortación de humildad y valor a las cualidades morales y espirituales sobre las cosas materiales.
Bastó ingresar el pié izquierdo para encontrarnos en peligro, que aún sin ver, ni escuchar advertencia, el tacto sirvió de alerta de algo realmente serio y que se puede resumir en estas preguntas reflexivas: antes el deseo de avanzar ¿Quién eres para querer precipitarte?, ¿espera, a dónde vas? y ante el deseo de retroceder: ¿Por qué huyes, cobarde?.
Nuestros antepasados albañiles operarios utilizaban una “trulla” puntiaguda en vez de puñal y esta era la joya del cuello del aprendiz más joven, que actuaba como Guardia Interior. En el “Cargo después de la Iniciación” leído al hermano recién admitido, hay una conexión especial con este vestigio: “…y tan alto ha llegado el crédito de la masonería que hasta los monarcas han sido promotores de nuestro arte y no han creído rebajar su dignidad al cambiar sin vacilación el cetro por la trulla acogiendo nuestros misterios al unirse a nuestras asambleas…”. En otras palabras, el que disfruta del lugar más alto en la nación, no se avergonzaría de ser el más bajo en la logia. Otra lección de humildad.
El símbolo del Cable de Remolque con nudo corredizo no sólo nos impide huir, sino que también nos recuerda nuestra mortalidad. Sobre este símbolo existen muchas especulaciones que abrazan antiguas tradiciones iniciáticas, en su mayoría relacionadas al nacimiento y a la muerte. Sin embargo, en el Primer Grado, donde se invita al recién iniciado al “trabajo vocacionado”, el cable de remolque le recuerda la responsabilidadadquirida con su logia y con sus hermanos, cuya distancia asumirá y calibrará a medida que se involucre en el cumplimiento de los deberes adquiridos por propia convicción y por el vínculo que representa.
No podemos actuar precipitadamente por mera pasión e intereses mezquinos, el filo del metal (posesiones mundanas) puede generarnos dolor. Nuestro pecho descubierto se sometió a dos pruebas de rigor, a saber, la de ser recibido con el filo del puñal y al soportar una punta del compás cuando tomamos la Solemne Obligación, recordándonos el sentido de la virtud de la “templanza” en este grado.
No podemos retroceder ante las causas justas y nobles ya habiendo dado el primer paso. No podemos evadir responsabilidades adquiridas si estas siguen siendo moralmente aceptadas, ni fallar al compromiso ofrendado a nuestros semejantes; de esta manera el nudo corredizo se deslizará ante la cobardía y la falta de propósitos.
Estos dos grandes peligros nos ayudan a mantener el control de nuestras acciones y apegarnos a las leyes de la divinidad a través del estudio de nuestro arte masónico soportado en la creencia. Cuando fuimos recibidos con la oración nos preguntaron: “¿…en momentos de dificultad y peligro en quién depositáis vuestra confianza?...” a lo que respondimos: “En….” Significando que sin el auxilio de nuestro Creador no hay obra que pueda sostenerse, y exaltando la fe que debe guiar cada uno de nuestros pasos.
Es de resaltar que en todas las pruebas masónicas no estamos solos, las manos de los diáconos siempre nos sostienen y nos brindan confianza y seguridad. Los diáconos son mensajeros y nosotros el mensaje que se transmite mediante una cadencia y representando un orden establecido. Ellos son el vínculo de lo terrenal con lo espiritual y reciben de las manos del Tyler (Guardia Exterior) al candidato ya estando dentro del templo (lugar sagrado y hermético) para representar esa transición.
Una hermosa invitación está implícita en ese parte de la ceremonia: “tomar en cuenta a nuestro creador en todas las circunstancias, porque Él siempre nos sostendrá, y considerar su presencia, es dedicar cada una de nuestras obras a su nombre y gloria”
W.Bro. Osbenis Hernández Medina, P.M
Past Master George Washington Lodge Nº 100
Worshilful Master Buena Vista Lodge Nº 116