El solsticio de invierno, definido en pocas palabras, es el momento en el que el Sol alcanza su máxima declinación sur o norte con respecto al ecuador celeste. Esto significa que, desde nuestra perspectiva en la Tierra, el Sol parece alcanzar su punto más alto o más bajo en el cielo a lo largo del año. En el hemisferio norte, el solsticio de invierno ocurre alrededor del 21 o 22 de diciembre, mientras que en el hemisferio sur, ocurre alrededor del 21 o 22 de junio.
La causa principal del solsticio de invierno es la inclinación del eje de rotación de la Tierra. Nuestro planeta no gira perfectamente vertical respecto al plano de su órbita alrededor del Sol, sino que está inclinado aproximadamente 23,5 grados. Esta inclinación hace que los rayos del Sol incidan con diferente intensidad en distintas partes del planeta a lo largo del año.
Culturalmente, este fenómeno ha impactado profundamente en el hombre desde el principio de los tiempos, revistiendo un importante momento del año de gran importancia para la humanidad.
Las primeras evidencias arqueológicas de la observación de los solsticios datan del Neolítico. Se han encontrado estructuras megalíticas, como Stonehenge, alineadas con los puntos de salida y puesta del Sol en los solsticios, lo que sugiere que estos eventos eran de gran relevancia cultural y religiosa.
Los antiguos egipcios asociaban el solsticio de invierno con el renacimiento del dios Osiris, vinculado a la agricultura y la fertilidad. Los mayas y aztecas construyeron observatorios astronómicos sofisticados y celebraban rituales asociados a los solsticios, marcando el inicio de nuevos ciclos agrícolas y cósmicos.
En la antigua Roma, El Sol Invictus era una deidad asociada con el Sol, especialmente con el Sol invernal. Era visto como una fuerza invencible que, al vencer a la oscuridad, aseguraba el retorno de la primavera y la fertilidad. La fiesta en honor al Sol Invictus se celebraba el 25 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno en el hemisferio norte. Esta fecha era considerada como el "nacimiento" del Sol Invencible, que vencía a las tinieblas y aseguraba el retorno de la luz, la fuerza invencible del sol, capaz de vencer a las tinieblas del invierno, simbolizando el nacimiento y la oportunidad en un nuevo comienzo.
Durante el año 193 DC, con el Emperador Séptimio Severo, aparecieron monedas acuñadas con la figura del Sol y el término Invictus. Ya para los años 270 al 275 DC el Emperador Aureliano, unió la figura del Sol Invictus a la imagen del Emperador coronado con el disco Solar en monedas, frescos y esculturas, proclamando el culto al Sol Invictus como religión oficial del Imperio Romano.
Con el emperador Constantino, en el año 311 comenzó a limitarse este culto en el imperio bizantino y finalmente el Emperador Teodosio I, declaró este culto pagano, prohibiéndolo y declarando a la religión católica como la religión oficial del imperio.
Una vez que comienza a propagarse el cristianismo, los líderes de la Iglesia se enfrentaron al desafío de convertir a las poblaciones paganas. En lugar de erradicar por completo las tradiciones paganas, optaron por adaptarlas y cristianizarlas.
Dado que no existe evidencia bíblica que indique la fecha exacta del nacimiento del Maestro Jesús de Nazareth se decidió establecer la Navidad el 25 de diciembre, es decir, la Iglesia aprovechó una fecha ya cargada de significado para las personas, asociándola con el nacimiento del "verdadero Sol", Jesús el Cristo, que traía la luz de la salvación al mundo. No solo el día de la navidad fue adaptada la celebración del solsticio de invierno sino que todavía se conservan algunos elementos asociados al Sol Invictus que fueron adoptados y reinterpretados en el contexto cristiano.
La corona de Adviento: Representa el ciclo eterno de la vida y la luz que vence a la oscuridad, similar al simbolismo del Sol Invictus. El árbol de Navidad: Sus raíces se encuentran en los árboles siempre verdes que eran venerados en las culturas paganas como símbolos de vida eterna. En el cristianismo, el árbol representa el árbol del conocimiento del bien y del mal, pero también el árbol genealógico de Jesús. Los regalos: Asociados con las ofrendas que se hacían a las deidades paganas, en el cristianismo representan los regalos de los Reyes Magos al Niño Jesús. Las luces: Simbolizan la luz del Cristo que ilumina el mundo, reemplazando la luz del Sol Invictus.
La adopción de la fecha del 25 de diciembre para celebrar la Navidad fue un ejemplo de sincretismo religioso, donde elementos de diferentes creencias se fusionan para crear una nueva tradición. Esta estrategia permitió a la Iglesia atraer a más conversos y facilitar la transición de las prácticas paganas al cristianismo.
Más allá del contexto histórico, el Solsticio de Invierno nos recuerdas que estamos conectados con un orden mayor, cuya fuente de energía nos impulsa a seguir y a despertar en un mismo bienestar a través de los ciclos naturales, desechando todos los males; simboliza la renovación espiritual que fortalece vínculos, que nos hace vibrar en esperanza y proyectarnos en un nuevo grado, dando paso a la luz y a los nuevos estados, que construirán un nuevo mundo.
En este solsticio invernal, testigo de la victoria de la vida sobre la muerte, despierta el conocimiento ancestral, entrelazando la experiencia humana con la ley universal de la correspondencia que nos recuerda la estrecha relación entre los diferentes planos de la existencia: físico, mental y espiritual. Lo que ocurre en un plano afecta a los demás.
Si constantemente te criticas, es probable que atraigas situaciones en las que otros te critiquen. Si deseas encontrar el amor, debes cultivar el amor propio y creer en la posibilidad de una relación sana. Si deseas tener éxito, debes creer en tu capacidad y tomar acciones alineadas con tus metas.
En este solsticio, somos testigos de la danza cósmica que nos conecta a todos. Al igual que la naturaleza se renueva, nosotros también tenemos la oportunidad de hacerlo.
Que este ciclo nos inspire a cultivar la gratitud, a perdonar y a soltar aquello que ya no nos sirve. Al hacerlo, abrimos espacio para que florezca lo nuevo y lo mejor de nosotros mismos.
¡ Feliz Solsticio!